De niños a Valeria y Ezequiel, la vida los unió,
de adolescentes lo llevo por distintos caminos, pero no se dieron cuenta que
fueron caminando en círculos, porque al final se terminaron encontraron y ahí se
enamoraron, tuvieron un hijo y le enseñaron a ser aventurero como ellos fueron
y son.
Las aventuras se volvieron libros, los libros
llevaron a más aventuras y como ellos pronto soltaran amarras, yo lo hago para
navegar un poco por sus vidas.
Como fue su crianza?
Nos criamos juntos, nuestros padres son amigos desde siempre…
Ya desde chiquitos estuvimos conectados.
Como fue su vida
desde se conocieron hasta esta que decidieron viajar?
Nuestra infancia estuvo llena de juegos en la calle,
subidos a los árboles e imaginando historias infinitas con lo que teníamos a
mano. Cuando estábamos en casa jugábamos con Rastis, Legos y autitos. Después
la adolescencia nos llevó por distintos caminos y ya mas grandes volvimos a
cruzarnos. Entonces nuestros juegos viraron a vuelos en planeador, hacer parapente,
trepar en la palestra o salir a navegar. Las aventuras siempre estuvieron
cerca.
Y que los motivos a
salir a surcar las rutas?
La misma aventura que nos impulsaba a salir de viaje por
nuestra cuadra para explorar los alrededores cuando éramos chiquitos. Cuando ya
habíamos probado todo lo que estaba a nuestro alrededor, quisimos salir a
recorrer las rutas y nos cruzamos con la Patagonia, un lugar en donde nos sentimos
muy cómodos. Nos gustan los extremos y allí es posible encontrarlos en todos
los sentidos; el clima, la geografía, su gente, los paisajes, los atardeceres y
amaneceres, la soledad de las distancias, los mates en una estancia alejada…
Nos encanta estar en la ruta y sorprendernos con lo que
pasa, descubrir nuevos lugares y saber que con solo un -“Buen día”- y una
sonrisa se abren muchas puertas.
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